“Deberíamos hacer memoria y recuperar los gestos más comunes y eficaces para saber cómo adaptar nuestros espacios corporativos”
En tres meses hemos escrito más sobre los retos de la nueva oficina que en los últimos dos años. El discurso se ha centrado en el distanciamiento físico, la higiene, la calidad del aire y el diseño de espacios. No obstante, muchas de las soluciones propuestas están vigentes desde hace mucho tiempo.
La historia humana está llena de períodos de infecciones y enfermedad. Durante la grippe de 1918, las recomendaciones de la época ya se centraban en lavarse las manos con frecuencia, aislar a los enfermos o evitar el contacto con personas convalecientes de otras enfermedades. También se implementaron medidas como la desinfección de locales como teatros, cines y colegios y la cancelación de partidos de fútbol.
Las medidas propuestas con la llegada del COVID-19 han ido en la misma línea, y por tanto hemos comprobado que, aunque hayamos avanzado mucho científicamente, ante el desconocimiento hemos tenido que volver a lo básico. Por tanto podríamos concluir en que deberíamos añadir dos sentidos más a los cinco que tenemos de serie: el sentido de memoria social, para recordar y aprender de las lecciones de nuestra historia; y el sentido común, para juzgar razonablemente las situaciones. ¿Qué aprendizajes podemos aprender desde la memoria social y el sentido común? ¿Cómo podemos aplicarlos en nuestro día a día y en nuestro lugar de trabajo?
El equilibrio entre trabajo presencial y teletrabajo
La llegada del coronavirus ha afectado a las relaciones humanas en todos los niveles, por supuesto también en el ámbito laboral. Los cambios que hasta hace poco se iban implementando con reticencias en las empresas se han acelerado con la llegada de la pandemia y van a perdurar. Ahora disponemos de los avances técnicos que nos permiten trabajar allá donde tengamos internet y debemos aprovecharlos.
Por motivos de salud física y bienestar mental, se impone el trabajo por turnos y se instaura el teletrabajo. De acuerdo con un artículo de El Economista, diferentes estudios en Dinamarca demostraron, ya hace un tiempo, que una mayor concentración de trabajadores en la oficina conllevaba un mayor porcentaje de bajas médicas. El teletrabajo supone una mayor comodidad y flexibilidad para el trabajador, además de un ahorro de tiempo, dinero e impacto ambiental en los desplazamientos.
Aun así, no hay que olvidar que el trabajo flexible no es teletrabajo, el teletrabajo es una herramienta del trabajo flexible. En estos últimos meses, hemos comprobado que trabajar siempre desde casa tampoco no es una la solución, ya que aparecen nuevos problemas como ansiedad, estrés y dificultad para desconectar. Así, el modo correcto de trabajar será el de integrar el uso online con la vida física, y las sedes corporativas tienen que formar parte de este ecosistema de trabajo. En otras palabras, hay que entender la oficina como un lugar donde vamos a socializar, aunque parezca un contrasentido.
La oficina como punto de encuentro y visión de marca
El sentido común nos lleva a diseñar espacios amables, inspirados en la cultura corporativa, con la potenciación de espacios exteriores y abiertos. La sede corporativa cumplirá nuevas funciones donde atraer a los trabajadores y no únicamente para ir a trabajar: será un espacio donde coincidir con compañeros, compartir experiencias y celebrar reuniones más constructivas, ágiles y rápidas que las llamadas a distancia. La oficina será un espacio adaptable, con mobiliario transformable y elementos delimitadores de espacios para situaciones tanto de pandemia como de bienestar higiénico.
En estos momentos, las empresas con oficinas corporativas amplias son las que mejor se han adaptado a la situación de pandemia y han podido destinar más espacios a la circulación segura. Sin embargo, a largo plazo deberán optimizarlas y reducir significativamente el espacio.
El buen hacer en la arquitectura y el diseño siempre ha sido ecológico
El gesto de abrir las ventanas y dar uso a la ventilación natural es uno de los gestos más comunes y eficaces para garantizar la calidad del aire en la ‘nueva normalidad’. También lo son, en el campo de la arquitectura y el diseño, colocar voladizos en las aberturas orientadas al sur, fijar elementos verticales exteriores en ventanas orientadas a este y a oeste o potenciar la ventilación cruzada entre estancias con el exterior.
Aunque no se trata únicamente de higienizar los edificios, también existen materiales naturales que tienen muchas propiedades saludables. En el campo de la construcción, podemos utilizar aquellos materiales más cercanos en nuestro entorno para no desperdiciar energía en el transporte.
Para recuperar la confianza y volver al trabajo, así como comer fuera de casa, ir al teatro o salir de tiendas, hay que aplicar las reglas del buen hacer que siempre han existido. No podemos pensar que esta situación es excepcional, porque no lo es del todo. La población de generaciones pasadas ha vivido épocas similares y las ha superado. Tal y como comentó recientemente Marcel Benedito en un webinar organizado por Cosentino sobre oficinas seguras y diseño, “si hay buena educación y buenos hábitos, no hay que deshumanizar las oficinas”. No perdamos la memoria y apliquemos el sentido común. Todos saldremos beneficiados.
Lluís Saiz
Business & Development Manager – GrupIdea